¡Todos somos un poco niños/as!

Viendo fotos no muy lejanas en el tiempo, de uno de los últimos días que sin saberlo nos íbamos a ver, encontramos unas muy divertidas. La espontaneidad y alegría que trae cada persona consigo misma hace que toda ocación pueda ser celebrada.

Muchas veces olvidamos la importancia que tiene esta actitud en la vida de cualquier persona y sólo nos dejamos abatir por el dolor, propio y ajeno y las injusticias que presenciamos y oímos. Pero esta vida, ni en la peor de la realidades, merece ser vivida en el pesar, la tristeza y el dolor. Y dejando de lado el deber que tenemos como seres humanos de decidir oponernos firmemente a la injusticia, hay una parte que no depende de los otros, sino de uno mismo. Porque no hay peor pesar que el de vivir muertos y eso, aunque la calidad de vida tiene una implicancia importantísima, siempre va a estar determinado finalmente por la decisión propia.

Estas imágenes lo demuestran. Una tarde como otras, en las que el trabajo, el papelerío y la injusticia en cada casa que llega a nuestros oídos parece inundarlo todo de un tinte oscuro, la sorpresa de los que eligen vivir esta vida alegres a pesar del dolor enciende nuevamente esas ganas de seguir adelante. Un acto tan simple puede revolucionar vidas enteras.

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